martes, 17 de junio de 2014

Miguel Serrano - La Flor Inexistente El Hijo Del Viudo - Miguel Serrano

Miguel Serrano - La Flor Inexistente El Hijo Del Viudo - Miguel Serrano 

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La Flor Inexistente de Miguel Serrano

Flor de seis pétalos, Flor de cinco pétalos





El prisionero se ha escapado de ese modo,

en un tren de la imaginación. Es como saltar a mi Flor Inexistente,

en el momento de la muerte, para entrar a la eternidad.

Miguel Serrano



La Flor Inexistente de Miguel Serrano.

La Flor Inexistente de Miguel Serrano, aquella "flor que es más real que todas las

flores de los jardines de este mundo" aparece por primera vez en la obra "Las Visitas de

la Reina de Saba", en el año 1960. Es una flor de loto, donde figura un hombre sentado,

meditando. La flor de seis pétalos, escribe Miguel Serrano, es en realidad, la runa Hagal,

el segundo Chakra Svadhisthana, símbolo del Agua y cuyo animal es la Ballena. Su

mantra es VAM. Su representación es una flor de seis pétalos, en el plexus hipogastricus,

órgano interno de la secreción y de la reproducción.

Ahora bien, a partir del libro "Se Acabó Chile" (2001), el sello de la Flor

Inexistente, de seis pétalos, cambia a cinco. Sucede lo mismo con "Las Visitas de la

Reina de Saba" (primera edición chilena, 2002), "La Entrega de la Patagonia Mágica"

(2003), "La Flor Inexistente" (primera edición chilena, 2004), "Hipocresía. La tortura en

Chile" (2004), "Imitación de la Verdad" (segunda edición, 2005 -la primera edición de

1996, no posee el sello de la flor-) y "Maya. La realidad es una ilusión" (2005). El único

trabajo desde el año 2001 que no posee el sello de la Flor Inexistente es "El Hijo del

Viudo" (2003).

Como ha señalado un amigo cercano, llaman la atención dos detalles: uno, la

primera vez que aparece este reemplazo de sello es en un texto que denuncia,

precisamente, el reemplazo de un símbolo tradicional (la estrella de Chile) por uno

espurio (la estrella de Israel). ¿Sincronismo? El segundo es que en el caso de "Las

Visitas de la Reina de Saba" se ponen diversos sellos al término de algunos capítulos, y

la flor al término. Todos los sellos son reproducidos escrupulosamente, lo mismo las

ilustraciones de Julio Escámez, excepto la flor...



La Flor con cinco pétalos.

Versiones señalan que al propio Don Miguel se le ocurrió cambiar el número de

pétalos al publicar "Se acabó Chile". Pero, ¿cómo podría ser esto posible si sus mayores

obras, es decir, "El Cordón Dorado. Hitlerismo Esotérico" (1978), "Adolf Hitler, el

Último Avatâra" (1982) y "Manú, por el Hombre que Vendrá" (1991) poseen dicho sello?

El símbolo de la Flor Inexistente de seis pétalos apareció en sus obras durante 39 años:

desde 1960 a 1999. De una u otra manera, el cambio en el número de pétalos significaría

invalidar -e incluso contrarrestar- la bendición, la magia del símbolo y de sus vibraciones,

de su propia Flor.

¿Qué ha sucedido en los últimos años de vida de Don Miguel? ¿Qué magia negra,

qué hechizos terribles y dominios psíquicos se apoderaron de él, no permitiéndole ver lo

que acontecía? La "caída" de ese pétalo no puede ser coincidencia, ni casualidad, ni algo

fortuito y menos aún un factor en el diseño o la diagramación, encubriendo un misterio

más de los últimos tiempos de Miguel Serrano.

El propio Don Miguel escribió en "Las Visitas de la Reina de Saba", sobre esta

flor, la Última Flor:

Aunque estés casado habrás de morir un día. La muerte llega para todos. La

diferencia es ésta: vendrá un joven con una flor y te rozará con ellos los labios o la

frente. También es posible que la flor venga sola. Y entonces tú saltarás a esa flor y te

quedarás en ella. Parece difícil; pero es el resultado del trabajo, de la espera de tu vida,

en especial de tus bodas. También puede ocurrir que el joven con la flor no llegue nunca.

Pero será lo mismo. Porque esa flor en la que tú entras, es el fruto final de tu alma, es tu

última creación. Y aunque no exista diferencia, parecerá como que la hubiera, parecerá

como que la hubiera.

Y luego indica, intuyendo, o sabiendo quizás, una clave en el último tomo de sus

"Memorias", de su próxima partida:

Y, entonces, de pronto, tengo la impresión de que no estoy más aquí, sino muy

lejos, en el futuro… Y le pido a mi EL que me saque de aquí, en el Rayo de Luz Blanca,

antes de que me muera, para llevarme más allá del Futuro, más allá del tiempo...

Así, tras su Segunda Muerte y Resurrección, el símbolo de la Flor Inexistente de

Miguel Serrano ya no tendrá al hombre sentado, meditando, sino a la Estrella de Venus,

la Estrella de ocho puntas, la luz más bella, la Estrella del Chile Mágico, el símbolo del

Hombre y la Mujer Totales, Absolutos, EL-ELLA, ELLA-EL, NOS.

¡Salve Miguel Serrano!

Rafael Videla Eissmann

Abril, 2009.



La Última Flor de Miguel Serrano:

“Porque esa flor en la que tú entras, es el fruto final

de tu alma, es tu última creación”.



 estas frases y pasajes de La flor inexistente:

"…nos dimos cita en unos barrios quebrados…"

"Las cabelleras les caían sobre los hombros y los bordes de sus siluetas se enmarcaban con vetas de oro".

"…buscando la Ciudad de los Césares en las calles diurnas".

"Descubrí aguas que nadie ha visto, cumbres donde florecen extrañas plantas y se mecen lirios de fuego, llanuras de pura luz sonora, nieves como la espuma de la plata".

"Me sumergí en las aguas del lago Nahuel-Huapi, frí- as como la muerte, donde los ángeles lavan sus alas".

"Y planté un manzano en tierras del sur, donde sólo crece el viento".

"Y cuando la lanza indígena me abrió el pecho, del arroyuelo de sangre que de él manara para regar el lejano sur y fertilizar el manzano, vinieron también ciudades y ciudades, con muros de oro, con techos de diamante, que yo llevaba dentro desde que naciera".

"Estos barcos se aprovisionaban en los misteriosos oasis de la Antártida, donde tal vez se esconde la Ciudad. La flota era mandada por almirantes expertos e inmortales, con barbas heladas y ojos como icebergs".

"Esta flota navega bajo el agua, por las profun- didades del mar, debajo de los hielos Antárticos, abriéndose paso en dirección a los oasis de aguas tibias que existen en las praderas congeladas".

"En el Caleuche va el Almirante. Lleva en sus manos un catalejo que más semeja un cetro; también tiene alas".

"[La Ciudad] se encuentra en todas partes y no sólo en el lago Nahuel-Huapi, entre las Torres del Paine, en el Monte Melimoyu y en los oasis antárticos de la Reina Maud. También aquí mismo, en el centro de Santiago de la Nueva Extremadura, en la calle San Diego, en Avenida Matta, en la calle Lira, en Carmen, en Recoleta, en Santo Domingo, en Padura y muchas más. La andarán pisando, escuchando a cada momento; cuando hayan entrado en ella, ya no lo estarán; cuando crean haber llegado, descubrirán que es un engaño; la habrán encontrado cuando no lo sepan, cuando ya no lo esperen, cuando crean que no existe, cuando les haya vencido el desaliento. Nacieron en ella, viven en ella, la perdieron antes de nacer; la recuperarán después de morir".

"Desde el interior del cuarto se aproximó una mujer voluminosa, con las piernas envueltas en polainas de papel".

"Mi fervorosa juventud había buscado aquella noche por los contornos de aquel cuerpo de mujer, deteniéndome en cada una de sus esquinas, junto a sus pies, abrazado a las columnas de sus piernas, arrastrándome por los suaves sembrados, ascendiendo sus cordilleras, sostenido por sus brazos, mientras bebía en sus labios el licor de un fruto que ha madurado demasiado pronto. Pero sus ojos no me vieron, perdidos en una lluvia imaginaria".

"[¿] por qué no encontré la Ciudad, si tú nos has dicho que está en todas partes, en todo ser vivo, en toda mujer, en todo hombre?".

" El perro blanco quiso impedirme la entrada".

"Debiste obedecerle porque el perro es también la Ciudad".

"La Ciudad es como una flor de papel pintado (…)".

Se debe reconocer que todas las citas anteriores vienen sólo de la primera parte de La flor inexistente, que tiene por título “Jasón”; y que este antiguo amigo de viaje y despedida no aparece mencionado en ellas. Tampoco aparece –salvo en la última cita– la flor, aun cuando es el motivo del libro desde el inicio, llamado “La Primera Flor”, en que hay un jardín donde juegan los niños y, entre ellos, el autor cuando era infante.


“Un día, del interior de una flor asomó una mano y me hizo señas para que me aproximase. (…) me preocupó que la invitación fuese para entrar a la flor”. Ésta se deshoja, no puede reconstruirla, ni aun armando una de papel. “En aquel momento dejé de ser niño y no pude seguir conversando con las plantas (…) Había entrado en competencia con la naturaleza y con el buen Dios; había contraído, sin saberlo, el compromiso mortal de crear una flor”. ¿Sería ello posible en la Ciudad de los Césares? Y se produce la búsqueda iniciática.

La segunda parte se llama “Papán”, que es una princesa de una Ciudad, Agharti. Ésta, si no me equivoco, subterránea y secreta, fue buscada desde principios del siglo XX por el gran poeta Stefan George y por su Círculo, mágico y real, que tuvo entre sus miembros a Von Stauffenberg, quien atentó contra Hitler en 1944.

Muchas citas maravillosas podría hacer de “Papán”.Más aún de la tercera parte: “La Creación de la Flor”. Pero guardemos el secreto de esta conclusión, si lo es.

Llegó el tiempo de acabar estas líneas y concluir, si es posible.

Este libro es un gran poema.


El Hijo Del Viudo - Miguel Serrano 



"Cuando los niños nazcan con los ojos abiertos,
se aproximará el fin del mundo”.
Hesíodo
A los que luchan hasta el final,
sin esperar nada,
sólo porque su honor
se llama lealtad.
A los que nacieron
junto al fin del mundo,
en el Kaliyuga.
Y a mi perro Thor,
que nació y murió perro,
porque su honor también
se llamaba lealtad.
Miguel Serrano
Valparaíso
12 de Enero
del Año 113
LA CATASTROFE
Hoy es el día 25 de diciembre del año 2002, de la Era Judeo-Cristiana. Los católicos celebran el nacimiento de un Niño-Dios, al que llaman Jesús y que será luego el "Kristos”. Por casi veinte siglos esto se ha venido imponiendo, insistiendo, creyendo. Para los que nacieron y vivieron en esta creencia, parecería imposible pensar que no fue cierto, que nada de esto sucedió, que ese edificio-templo milenario se construyó sobre una mentira cuidadosamente elaborada en sus comienzos y luego modificada y proyectada por el Arquetipo.
Y es precisamente ahora, después de dos mil años de haber impuesto al mundo ario de Occidente el más terrible sentido de culpa por el asesinato de un "Hombre-Dios” y, en su nombre, haber destruido viejas culturas y civilizaciones paganas, aquí en América y en todo el Orbe, que esos mismos manipuladores, que esclavizaron el alma de casi toda la tierra, anuncian que nada fue cierto, porque los fundamentos de esa historia, de ese "cuento”, nunca existieron. Y para ello se apoyan en las investigaciones arqueológicas y antropológicas más recientes.
Ni Abraham, ni Moisés vivieron de verdad; ni David y Salomón fueron reyes. Jamás hubo cautiverio en Egipto, mucho menos existió el cruce del Mar Rojo, ni el derrumbe de las murallas de Jericó. Es decir, todo el Antiguo Testamento es una invención, o una falsificación. No hubo doce tribus de Israel, ni nada semejante. Ahora bien, si el Antiguo Testamento es un cuento, una historia imaginada, el Nuevo Testamento, los Evangelios –que por fundamento tienen el Antiguo-, también lo son. Si no existió Abraham, ni Moisés, ni las Tablas de la Ley, ni los Diez Mandamientos, menos habrán existido José, María ni Jesús de Nazareth. Los evangelistas fueron los autores de una "telenovela”, como se diría hoy; o bien, unos hábiles "políticos”, conspirando para derrumbar los imperios egipcio, persa y romano, pudiendo así imponer una minoría, una tribu como de gitanos, sobre el resto de los "animales de dos patas”, valiéndose de la astucia y la mentira.
LOS RABINOS
Nos cuenta la prensa que la Sinagoga Unificada al Judaísmo Conservador de los Estados Unidos de América, en un documento oficial, cuestiona las aseveraciones del Antiguo Testamento. David Lieber, de la Universidad Judía de Los Angeles, en una publicación llamada Etz Hayim ("Arbol de la Vida”), basada en los últimos descubrimientos arqueológicos, filológicos y antropológicos, cambia la versión de la Biblia, página por página, y da a conocer cuarenta y un ensayos de rabinos y académicos sobre los pergaminos de la Tora. Lee Levine, un profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, declara que no existen documentos egipcios que se refieran al cautiverio de los judíos y que el Exodo nunca se llevo a efecto, ni la conquista de Canaan, ni una Jerusalén de David y Salomón. Por su parte, Robert Wexler, Presidente de la Universidad del Judaísmo de Los Angeles, autor de Mitología del Cercano Oriente, sostiene que el Génesis no nace en Palestina, pudiendo tener su origen en Mesopotamia (hoy Irak) y en la epopeya de "Gilgamesh”. Así, tampoco nunca existió Noé.
A todo esto también ha hecho referencia The New York Times, en un artículo de Michael Massing, del 13 de marzo del 2002. Asimismo, un periódico de Canadá publicó, en 1988, una crónica de Eliezer Oren, de la universidad Ben Gurión, declarando que las excavaciones realizadas en ochenta sitios de Jerusalén contradicen las afirmaciones de la Biblia. Y en Der Spiegel, de Alemania, en tres páginas, aparecidas en junio de 1987, se llega a la conclusión que los libros de Moisés son de "ciencia ficción”.
Podríamos continuar dando nombres de autores y de publicaciones sobre este tema extraordinario que, sin embargo, pareciera haber pasado desapercibido para la mayoría de la gente, aunque no así, de seguro, para una minoría de estudiosos y una élite de gobernantes, que sustentan el poder en el mundo y que son los que en verdad cuentan.
Tengo la esperanza de que alguien que lea estas líneas, y para quien estoy haciendo el esfuerzo de escribirlas, comprenda la inmensa gravedad de lo sucedido. Por cerca de dos mil años se ha mantenido al mundo viviendo, soñando, sufriendo, gozando, matando y muriendo, construyendo sus vidas y sus muertes sobre una mentira, sobre algo que no existió nunca, sobre una leyenda y un mito cuidadosamente elaborados. Y ahora, de pronto, los mismos que la inventaron y sostuvieron en el tiempo, de la noche a la mañana declaran que todo eso no existió, que fue falso. ¿Qué los ha llevado a producir esta catástrofe, casi simultánea y mucho peor que el derrumbe de las Torres Gemelas de Nueva York?
Se piensa que las investigaciones científicas de los arqueólogos y antropólogos del Medio Oriente puedan haber inducido a los rabinos a apoyarlos con sus declaraciones para no aparecer contrariando irracionalmente las afirmaciones de la ciencia. Sin embargo, no nos parece creíble, pues, con el enorme poder en sus manos, bien podrían rebatir esos argumentos arqueológicos, ignorarlos y hasta hacerlos desaparecer, como en los siglos del pasado, con otras certezas. ¡No! ¡Aquí hay algo más, mucho más terrible y tenebroso!
Categoría: Hitlerismo Esotérico | Ha añadido: JavierOrozco (2011-Jul-10) | Autor: Miguel Serrano

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