martes, 17 de junio de 2014

El Anima y el Animus CARL GUSTAV JUNG

 El Anima y el Animus



Para Jung, el personaje conforma la cara exterior de la psiquis, dado que es el rostro que se muestra al mundo. A la cara interior del psiquismo la designa bajo los términos “ánima” (en el hombre) y “ánimus” (en la mujer). El ánima representa el lado femenino de la psiquis del varón; y el ánimus es la parte masculina de la psiquis femenina.

“El hombre ha desarrollado su arquetipo ánima por la continua exposición a las mujeres durante muchas generaciones, y la mujer ha desarrollado su arquetipo ánimus por su exposición a los hombres. A través de la vida y la interacción uno con otro durante generaciones, cada sexo ha adquirido características del sexo opuesto que facilitan las respuestas adecuadas y la comprensión del sexo opuesto.”[5]  Se deduce de esto la importancia de estos arquetipos en las relaciones con el sexo opuesto.
Cada hombre lleva dentro de su psiquis una estampa de todas las impresiones producidas por la mujer a través de los siglos. Lo propio sucede con las mujeres y el ánimus. Dicha estampa, imagen o rastro es inconciente, y tiende a ser proyectada hacia la persona amada. El ánima en el hombre y el ánimus en la mujer es una de las principales causas de la atracción apasionada o del rechazo exaltado.
La sombra
Hemos mencionado que el ánima y el ánimus  manejan las relaciones entre los sexos proyectándose hacia el sexo opuesto. Ahora bien, Jung postula la presencia de otro arquetipo al género propio del sujeto y que condiciona las relaciones de la persona con los sujetos del mismo sexo. Se trata de “la sombra”, uno de los arquetipos junguianos que más aceptación ha tenido en otras escuelas psicológicas.
Se trata de un arquetipo depositario de elementos de la naturaleza animal primitiva del hombre.
Al integrarse a la cultura, el ser humano es civilizado; esto implica moderar y refrenar los impulsos animales. En este proceso de civilización, que guarda mucha relación con el desarrollo del arquetipo del personaje, el individuo se desliga de su sabiduría instintiva.

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