martes, 17 de junio de 2014

Minnesänger CÁTAROS Y TROVADORES

Minnesänger CÁTAROS Y TROVADORES

Minnesänger

Minnesänger es el nombre con que se denomina a los trovadores germanos que en los siglos XII y XIII recorrían la actual Alemania. Estaban unidos en comunidades o hermandades.

Estos cantores tenían mucho en común con los trobadours (trovadoresprovenzales (del sur de Francia). Como ellos, cantaban generalmente acerca del amor cortés ('de la corte', no popular), del que proviene el término alemán minne).
Muchos de los minnesängers más conocidos son notables también por su poesía épica.

La canción cortesana


Muchas melodías de la minnelied ('canción cortesana') han sobrevivido hasta la actualidad, aunque los manuscritos más antiguos son del siglo XV, lo que puede hacer que las canciones hayan sido copiadas de manera diferente a como eran sus originales. Además es difícil descifrar la notación musical que se utilizaba en esa época. Aunque el contorno de la melodía es fácil de interpretar, el ritmo de la canción frecuentemente es imposible de adivinar.
En el siglo XV el minnesang ('canto cortesano') se desarrolló y formó la tradición de los "maestros cantores" (meistersinger), cuyo origen social era burgués (comerciante) a diferencia de los minnesänger que provenían de la clase aristocrática.
Se han escrito al menos dos óperas acerca de la tradición minnesängerTannhäuser (de Richard Wagner) y Guntram (de Richard Strauss)


 Original 
Du bist min ich bin din.
Des sol(s)t du gewis sin.
Du bist beslozzen
In minem herzen.
Verlorn ist das slüzzelin.
Du muost immer drinne sin!

Alemán moderno

Du bist mein! Ich bin dein.
Dessen sollst Du gewiss sein.
Du bist fest
In meinem Herzen.
Verloren ist das Schlüsselein.
Musst wohl für immer drinnen sein!

Español

Tú eres mío, yo soy tuyo.
De eso puedes estar seguro.
Tú estás encerrado
En mi corazón.
Perdida está la llavecita
¡Deberás quedarte allí para siempre!

LIBRO: http://es.scribd.com/doc/143718267/Los-Trovadores-Historia-Literaria-Y-Textos

2.– CÁTAROS Y TROVADORES



– VI – CÁTAROS Y TROVADORES, UNA CONVERGENCIA SOCIAL


Los cátaros y los trovadores convivieron durante más de dos siglos en las mismas regiones occitanas, especialmente en los condados de Tolosa y Foix y en el vizcondado de Carcasona. Participaban de la misma civilización, formaban parte de la misma sociedad y muchas veces sus intereses se confundían ya que solían tener los mismos protectores nobles. En los castillos, los bonshomesy los poetas, hablaban ante el mismo auditorio de caballeros y damas.
Sus ideologías respectivas, aunque muy opuestas en cuanto al fondo, presentaban algunos puntos de curiosa convergencia sobre todo en lo concerniente al problema del matrimonio. Dicha particularidad consiste en que, por primera vez, dos doctrinas absolutamente opuestas, el catarismo y el amor cortés, tienden a liberar a la mujer anulando la noción de pecado carnal. Amor no es pecado, sino virtud, decían los trovadores. En cambio, los cátaros sentenciaban: es siempre pecado para los perfectos pero no para los simples creyentes. Así, las mujeres aprovecharán esta doble enseñanza para reivindicar el derecho a amar a su manera y en afirmar su independencia frente a lapotestas masculina. Indiscutiblemente, para las mujeres de la nobleza del siglo XIII, el libertinaje, al igual que el ascetismo pero en sentido inverso, constituyó una protesta inconsciente contra el orden social que las coaccionaba y sobre todo contra el matrimonio que solía favorecer a los hombres. Si querían afirmar su autonomía, las damas tenían acceso a escoger el camino propugnado por los trovadores, en el que predominaba la libre idea de que el amor no es pecado, o bien, por el contrario el camino aconsejado por los bonshomes donde el ascetismo y la perfección, es decir, el amor en su grado máximo de pureza, fue más asequible a todo tipo de mujeres, sin importar la capa social de la que procedían.
De tal manera hay que afirmar que "el amor provenzal" se desarrolló paralelamente al catarismo, en las mismas regiones occitanas, y que durante el largo transcurso de dos siglos, las dos doctrinas llegaron a coexistir. Los documentos del siglo XIII nos revelan cómo gran parte de las damas de las regiones de Tolosa, Albi, Carcasona y condado de Foix que acogían y protegían los trovadores, eran asimismo creyentes o simpatizantes del catarismo en vísperas de la Cruzada Albigense. Se puede pues pensar que no veían ninguna contradicción entre las teorías poético-eróticas de sus trovadores y la filosofía moral de los bonshomes. La mayoría de ellas estaban seducidas por la novedad de la doctrina cátara y se interesaban por las discusiones metafísicas y generalmente mostraron más a menudo un claro acercamiento a la herejía que por parte de sus propios maridos. Mientras que la mayor parte de los señores y caballeros occitanos se decantaban por una revuelta contra las posesiones eclesiásticas ya que para ellos era una magnífica ocasión para expoliar los bienes de los clérigos romanos; en cambio, ellas fueron consecuentes con sus compromisos con la iglesia cátara ya que a pesar de la terrible persecución, prefirieron morir en las hogueras con una fe y un coraje dignos de admirar.

EL PERÍDO ALBIGENSE


Cuando se releen los poemas de los últimos trovadores, encuadrados dentro del período llamado albigense, se descubren, sin lugar a dudas, conceptos o expresiones que llevan indiscutiblemente la huella del pensamiento cátaro. Ello viene motivado por el hecho de que la persecución había puesto en contacto a los poetas resistentes con los perfectos, ya que todos se veían involucrados en el seno de la misma clandestinidad. Entre ellos destacaremos a Peire Cardenal o Montanhagol que aunque no fuesen creyentes o simpatizantes de la iglesia cátara, estaban inmersos, tanto en el condado de Tolosa como en otros enclaves, en la atmósfera activista o revolucionaria de la herejía. Asimismo y de manera sorprendente, hacia finales del siglo XIII y sobre todo en los círculos cultivados de la ciudad de Tolosa empezará a propagarse una gran simpatía por el movimiento cátaro que propiciará adhesiones a su causa tanto en el bando de los anticlericales como de los reformistas católicos que odiaban las nefastas secuelas de la cruzada francesa y la persecución de la Inquisición.
La iglesia romana siempre vio con malos ojos la implantación de la doctrina amorosa de los trovadores. La propagación de dicha doctrina trovadoresca había propiciado la aparición de una sociedad occitana liberal, aristócrata y burguesa, en la que algunos sacerdotes entretenían concubinas e incluso algunos monjes suspiraban a veces por notables damas. De esta manera, podemos decir que el Amor tenía más fieles que Roma en las tierras meridionales. Todo ello cambió después del triunfo de la cruzada contra los cátaros y, muy especialmente, a partir del año 1233, fecha en que la Inquisición, establecida ya anteriormente en 1229, fue confiada a los dominicos. A partir de este instante, las circunstancias se revelaron más propicias a la restauración de un orden moral católico gracias a una sistemática persecución.
Los predicadores comenzaron a atacar el “amor provenzal” y hubo un antagonismo combatiente entre los trovadores que defendían los valores del pasado y los inquisidores que condenaban las prácticas del amor cortés. Los dos trovadores más representativos de este periodo Peire Cardenal y Guilhem Montanhagol quienes soportaban de mala manera la dominación francesa, tomaron partido por el conde de Tolosa, Raymond VII, considerado por ellos como el último defensor natural de “Paratge”, es decir, de los auténticos valores nobles de la patria occitana. Así en sus respectivas composiciones la deslealtad, la mentira y la perfidia quedan encarnadas en las nefastas figuras de invasores e inquisidores; mientras que el honor, la integridad y el amor son propios de los nobles y trovadores meridionales. Para estos últimos los peores enemigos de la civilización meridional no fueron los aristócratas invasores del norte sino el clero, tanto sacerdotes como monjes, sobre todo los que ostentaban importantes cargos dentro de la iglesia romana.
Todo ello nos lleva a ver como en el mismo país y en la misma época en que nace y alcanza su apogeo el catarismo, surge también y florece precisamente el arte de los trovadores que, sin embargo, lograría sobrevivir en más de un siglo a las manifestaciones públicas de la herejía. Las nefastas circunstancias que tuvieron que experimentar ambos movimientos inducen a creer en que hubo una contrastada interpenetración entre ambos fenómenos. Mientras el catarismo fue poderoso en el país d´Oc, los trovadores pudieron cantar abiertamente, es decir, en trovar plan. La posterior cruenta persecución, así como la conquista progresiva del país por el ejército cruzado y el inevitable paso de los últimos bonshomes a la clandestinidad coinciden, por el contrario, con el florecimiento del canto cerrado, es decir, del trovar clus o trovar ric. Por todo ello, es fácil enteder que bastantes poemas de los trovadores dedicho período hayan tenido undoble sentido con un preciso sentido críptico difícil de desvelar a través del singular trovar clus.
En el año 1250 el catarismo estaba definitivamente vencido, pero la Iglesia 
encontraba todavía frente a ella otra singular herejía: “El Amor”, que siempre 
había hecho causa común en contra de la jerarquía eclesiástica y, al revés, se 
mostraba a favor del catarismo. Así el Amors nacido en tierras d´Oc fue objeto 
de escándalo y escarnio por parte de la iglesia romana. Los que trataron de 
defenderlo, insistiendo sobre las virtudes que desarrollaba, no acertaron más 
que a señalar ante todo, su carácter herético. Al afirmar que el instinto 
erótico, por ser un hecho natural, podía también hacer surgir en el alma 
humana todas las buenas inspiraciones e incluso en su límite máximo, la virtud 
hasta entonces oscuro, sobre ciertas afirmaciones de sus predecesores que 
sobreentendían que el amor de la dama era causa y que el amor de Dios
consecuencia; o si se prefiere que Amors estaba en el origen de todas las virtudes.
De todas maneras se produciría un notable error si se tuviese que buscar un origen cátaro al tema del arte amatoria. Así haría falta admitir que la inmensa mayoría de los trovadores hubiesen sido cátaros, o por el contrario, que jamás ninguno de ellos llegó a serlo. Lo que sí resulta evidente es que algunos trovadores estuvieron influenciados por el catarismo (un ejemplo claro lo encontramos en la figura de Guilhem de Durfort, señor de Fanjeaux, quien fue al mismo tiempo trovador y creyente). Así, si el Amor cortés llegó a ser también tachado de herético, en realidad, lo era porque pertenecía a una herejía aparte y la afinidad o alianza que se adivina entre el catarismo y la erótica occitana se explican mucho menos por una influencia doctrinal mutua que por el hecho de que entraban ambas como elementos imprescindibles y coincidentes en la civilización occitana de los siglos XII y XIII

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