CARTAS DESDE LA CELDA 7 RUDOLF HESS
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CARTAS DESDE LA CELDA 7 CARTAS DESDE LA CELDA 7 Desde 1966 Rudolf Hess es el único prisionero de la cárcel de Spandau. Condenado a prisiónperpetua por el tribunal de Nüremberg, es el único de los grandes jerarcas nazis que permaneceencarcelado. La trágica aventura iniciada con su misterioso vuelo a Inglaterra en 1941 —fuga cuyafinalidad jamás ha sido aclarada suficientemente— se prolonga ahora, tras casi treinta años deprisión, en la celda solitaria de Spandau. Pocas figuras de nuestro tiempo superan en trágicaintensidad a la de este misterioso personaje que fue durante un tiempo el vice-Führer del partidoNacionalsocialista alemán. Esta dimensión dramática y misteriosa aparece reflejada lacorrespondencia intercambiada desde la celda con su esposa Use y su hijo Wolf, y ahora por primeravez dada al público. Estas cartas constituyen elemento primordial para vislumbrar hasta qué puntofue Rudolf Hess un loco, un alucinado o bien un idealista horrorizado ante la crueldad de una guerra ala que quiere poner fin a cualquier precio —incluso al precio de su vida—. Entre los jefes de laAlemania nazi, Hess era el que disponía de un bagaje cultural más amplio, de una formaciónfilosófica y literaria —no sólo política— más sólida y de una profunda vocación universitaria. En estascartas, junto a reflexiones políticas que sorprenden por su agudeza, expone Hess una concepción delmundo asentada en las más puras esencias de la tradición alemana. Hess comenta —a vecesirónicamente— los últimos acontecimientos políticos, de los que recibe puntual información a travésde su esposa Use. Analiza otras veces con agudeza las obras de los más destacados pensadoresgermanos —Schopenhauer, especialmente— o aborda temas literarios, lingüísticos, musicales. Peroquizá lo que presente un interés mayor con vistas a desvelar el misterio de esta personalidadcontradictoria, son las cartas en las que Hess hace balance de su vida, de sus éxitos y fracasos, pideperdón a su esposa por estos largos, años de soledad o aconseja a su hijo sobre las lecturas o losestudios que debe seguir.En su conjunto, esta correspondencia sostenida desde la cárcel constituye uno de losdocumentos humanos más impresionantes de nuestro siglo, una obra a la que habrá que recurrir enel futuro cuando se intente penetrar, no sólo en el drama íntimo de Rudolf Hess, sino en la angustiacomo dimensión última del hombre, en la tragedia de un fracaso purgado hasta su límite más cruel. 5
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Al igual que ocurrió en el día en que fuiste lanzado al mundo el sol estaba allá en lo alto como sisaludara a los planetas. Desde entonces has ido desarrollándote cada vez más firme, según una leyíntima que va en ti y que a ti atañe. Tienes que ser tú. No puedes escapar de ti mismo.
Goethe
SOBRE LA VIDA DE MI PADRE
A la pregunta dirigida por carta a Spandau por mi madre sobre si después del 1 de octubre de1966
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tan grave para él, no desearía recibir una visita de su hijo, respondió:«No sería, en realidad, un reencuentro sino un primer conocimiento. Pues del último encuentro,cuando tenía tres años, no puede haber quedado durante veinticinco años más que una sombracomo recuerdo del padre. Y el niño de entonces no tiene con la fotografía del hombre crecido de hoynada en común más que la certeza de que ambos son mi hijo...»Con excepción de un brevísimo momento, de todos modos bastante nítido, no ha quedado en mirecuerdo nada que pueda semejarse a un contacto personal, a un conocimiento personal con él. Tuveque reconstruir su imagen a través de relatos, anécdotas, informes e investigaciones personales, talcomo acostumbra a hacer un estudioso con una figura histórica. Y sin embargo, se hizo sentir y sigueobrando todavía en mí algo singular: la sangre paterna, la herencia que siento actuar en mí, tiende elpuente hacia un hombre a quien — por decir así — no conozco personalmente y del cual me encuen-tro muy próximo. Gracias también, sobre todo, al intercambio epistolar y los debates que en estascartas se han suscitado sobre diversos temas y problemas, siempre con la rígida censura deSpandau de por medio, ha podido transformarse un,i imagen difusa y poco clara al principio, en unaconcreta figura de mi padre, a la que ahora creo ver con absoluta concreción. Todas lasparticularidades restantes que he ido descubriendo — procedentes de años muy lejanos confrecuencia o en papeles amarillentos por el tiempo— han contribuido a trazar esta visión de conjuntode su personalidad.En el bosquejo de la familia Hess que a continuación se ofrece y especialmente en el que trazode la vida de mi padre, trato de transcribir este cuadro, por lo menos en sus contornos más precisos.* * *Los antepasados de la familia Hess por nosotros conocidos aparecen asentados en la región deWunsiedel, en los montes del Fichtel. donde según una presunción no confirmada, debieronestablecerse alrededor de 1730, procedentes de las zonas germanas de Bohemia. El primero cuya existencia es posible puede seguirse de una manera concreta nació en el año 1740, en Oberredwitz
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.Sus años de estudios y de viajes le llevaron lejos del país; finalmente, volvió a la tierra natal y seestableció en Wunsiedel como zapatero. El carácter prolífero de la familia — Peter Hess tuvo cuatrohijos y dos hijas y también las siguientes generaciones fueron prolíferas — hizo que la estirpecomenzara a ampliarse. La mayor parte de los hijos y nietos de Peter Hess abandonaron Wunsiedel yemigraron a todos los puntos cardinales del antiguo Reich: como artesanos, médicos, clérigos,funcionarios, químicos, e ingenieros aparecerían en los tiempos subsiguientes.Sin embargo, nuestros directos antepasados permanecieron todavía por espacio de dosgeneraciones arraigados en Wunsiedel y también el bisabuelo de mi padre, Johan Hess, fue allá unapreciado maestro zapatero hasta su muerte (1863).El ansia de lejanías que heredado de Peter Hess, no se había hecho patente al principio más queen otras ramas de mi familia, se reprodujo en la nuestra en la persona de Christian Hess, mibisabuelo. En su caso, como luego en el de mi padre — cuya capacidad para ello también se puso demanifiesto— no parecieron faltarle resoluciones que llevar consecuentemente a término. Nacido enWunsiedel en el año 1836, abandonó el año revolucionario de 1848 la casa paterna y atravesando losAlpes con los coches de posta, viajó hasta Livorno, a casa de unos parientes lejanos. La agitaciónque aquel año reinaba también en Italia no pareció asustar gran cosa al muchacho de trece años queera entonces. Unos años más tarde, tocado otra vez del afán viajero, apareció en Trieste, donde
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Véase el epílogo del libro.
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Estos datos proceden de un "Árbol genealógico de la familia Hess", en cuyo texto de " Wilhem Hess, hijo de Michael Hess", se dicecon el estilo de la ¿poca que "de todo corazón" se desea "que la amada Patria obtenga por largo tiempo hombres y mujeres alemanes. Así lo quiera Dios."
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ingresó en la razón social del comerciante suizo Johannes Bühler. Según ha quedado puntualconstancia, su principal le tuvo en gran estima por «su capacidad y su «excelente carácter», hasta elpunto de serle concedida en 1862, cuando tenía veintiséis años, la mano de la tercera de las hijas deBühler.A los tres años de la boda, cuando le habían nacido una bija y un hijo, abandonó Christian Hessla razón social de su suegro para vivir nuevas aventuras: en Alejandría, en Egipto, fundó en el año1865 la empresa de importación «Hess Co .», que más tarde fue regentada por sus hijos Fritz y Adolf.Este Fritz Hess —mi abuelo— se buscó novia en la patria: Clara Münch, con quien contrajomatrimonio en 1892, era hija de un industrial procedente de la Franconia septentrional. Su familiaaportó a la herencia paterna y mediante una tradición de afición musical, un cierto equilibrio a loscaracteres prosaicos y secos de los antepasados de los Hess y los Bühler
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.El primer hijo de esta unión —mi padre— nació el 26
de abril de 1894 y fue bautizado en eltemplo alemán evangélico de Alejandría con los nombres de «Rudolf Richard.»Fritz Hess no solamente había heredado de su padre Christian la competencia y el espíritu deiniciativa, sino una severidad llevada en ocasiones a los máximos extremos. Sobre el orden que porvoluntad del dueño y señor de la casa reinaba en el hogar de mi padre, en Alejandría, se contaban enel seno de la familia reveladoras anécdotas. Por ejemplo, las comidas se efectuaban con la máximapuntualidad de que era capaz el reloj. Los miembros de la familia se encontraban ya en torno a lamesa cuando el padre llegaba, procedente de la empresa, en el minuto exacto. Durante la comida,no> se atrevía nadie —ni siquiera la madre— a pronunciar una sola palabra en tanto que el padre nohubiera abierto la conversación. Desde que un día rechazó la ensalada con las palabras «No soy unacabra», no hubo más lechuga en la mesa de casa de los Hess. La existencia de la casa estabaenteramente ajustada a las idas y venidas del padre, a sus horas de levantarse y de comer y susgustos y sus inclinaciones: era un patriarca, que ejercía la autoridad ilimitada en el seno de la familia.En una de sus cartas desde Spandau recordaba mi padre que el patriarca en cuestión, en el año1897 y por razón de que el acontecimiento no parecía inminente y en definitiva, tampoco le concerníaa él de una manera activa, durmió tranquilamente mientras nacía su segundo hijo
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.De bastante tiempo después data otra anécdota que caracteriza a mi abuelo Hess: hacia los años30 y al efectuar un viaje fuera de las fronteras, comprobó que el aduanero alemán había escrito en elformulario su apellido «Hess» con «ss» y le llamó para que rectificara y lo hiciera con doble «s»
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. Elfuncionario comentó: «¡Ah! ¿Lo escribe usted como el lugarteniente del Führer?». A lo que respondióPapá Hess: «No; él lo escribe como yo. porque soy su padre.»A pesar del orden tan severo que reinaba en el hogar, los dos hermanos transcurrieron unainfancia feliz; jugaban con amigos en el jardín paterno y aprendían por el contacto de los numerosossirvientes aquello que no hubieran debido aprender. En especial parecieron haber adquirido unaespecie de maestría en el uso de juramentos árabes; mi padre contaba luego, no sin un punto deorgullo, que con el natural horror de la madre, podía recitar durante un minuto, sin interrupción nirepetición, aquella estridente parte del caudal lingüístico árabe sólo apto para labios masculinos.No había en el gran jardín, arrebatado con mil penalidades al desierto y convertido en un mar deflora africana y europea, rincón queno hubiera sido conquistado por los «Oíd Shatterhand»,«Winnetous» y «Hadchi-Halef-Omar»
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. que no hubiera sido transformado en campamento de pielesrojas o guaridas de piratas. Los escorpiones eran algo cotidiano; tan solo cuando de unos matorralesespecialmente favoritos y frecuentemente explorados apareció en una ocasión una cobra —que fuemuerta por un portero árabe con un palo — se colocó en un gran vaso lleno de alcohol, como símboloy a manera de advertencia.Al lado de estos aconteceres infantiles y divertidos, el ambiente oriental, con sus características ypeculiaridades, dejó al primogénito una marcada huella, ya en aquellos primeros años. Décadas mástarde escribiría al recordar Egipto desde Spandau que «recibido con la fuerza vital de la juventud»había dejado, como segunda patria «imborrables huellas».Hacia finales de siglo y con la finalidad de vincular más estrechamente la vida de su familia con
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A ellos se refieren las alusiones que en las cartas de Spandau se hacen a los "antepasados suizos", a los que pertenecía el famosopedagogo Pestalozzi.
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Ver carta del 14.III.1954. ("Prisionero de la paz"). En el año 1908 nació una niña.
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La doble ese tiene un carácter propio en alemán, procedente del alfabeto gótico. (N. del T.)
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Personajes de las novelas de Karl May. (N. del T.)
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Alemania, Papá Hess se hizo construir en Reichsgoldgrünn, en las montañas del Fichtel, una grancasa de campo. La casa fue a partir de aquel instante el objetivo de viajes anuales de vacaciones. También estos viajes aparecen evocados en algunas de las cartas de Spandau. Despertaron en mipadre, en años juveniles, el amor por la naturaleza, que tan sugestiva se muestra en aquellosrincones de la Alta Franconia.La vida cotidiana de su niñez transcurrió, empero, en Alejandría, donde ingresó en el año 1900en la escuela evangélica alemana. Pero como la tarea escolar estaba al cuidado del escaso númerode familias alemanas y el pequeño número de alumnos no parecía de acuerdo con lo que esperaba yexigía Papá Hess, quitó a sus dos hijos de aquel colegio y les puso al cuidado de unos preceptoresparticulares, que les daban las clases en el propio domicilio, con vistas a prepararles para los futurosquehaceres en la empresa paterna. Porque en este punto no abrigaba el padre la mínima duda: sobretodo su primogénito sería comerciante, continuando los casi cuarenta años de tradición de «Hess §Co.» Aquel hijo experimentó inclinaciones profesionales en otro sentido. En los ensueños sobre elfuturo no se veía a sí mismo como comerciante en Alejandría, sino que su interés se centraba en lanaturaleza y cuando elevaba la mirada al estrellado cielo que cubría el desierto egipcio, sus aficionesse dirigían a la astronomía; más tarde, experimentó una gran inclinación por las matemáticas y lafísica. Pero el severo padre no podía aceptar aquellas «diversiones» como una auténtica profesión.Cuando dirigió un día a su hijo la concreta pregunta sobre lo que quería ser «en un tono que por sí solo nos helaba la sangre»
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no le fue posible a éste más que articular con dificultad la palabra«comerciante».Con semejante objetivo se le envió en el año 1908 al Pedagogium Evangélico de BadGodesberg; su retorno a la patria fue para ingresar, pues, en un internado alemán de jóvenes donde—como recordaban luego los propios profesores — se puso de manifiesto su talento y aptitudtécnicoma-temática y donde tuvo ocasión de expresar por vez primera su secreto deseo de seguir lacarrera de ingeniero.
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Por desgracia, la voluntad paterna estableció también en ello una frontera: trasconseguir la denominada «prueba de madurez media», tuvo que cambiar el «Pedagogium» por la«Ecolé Supérieur de Commerce» de Neuchatel. El hijo resultaba algo refractario a todo ello —entretanto, el padre se había dado perfecta cuenta — pero se vio obligado a pesar de todo aestablecer contacto con la doble teneduría de libros, los cheques y el intercambio, que proyectaronlas correspondientes luces sobre el oficio del comercio.Además del respeto a las opiniones del padre, le había acompañado también a Suiza el recuerdode la tradición de la empresa paterna; una tradición que no podía interrumpir y a la que estabadispuesto a sacrificarse. Entre padre e hijo se había creado, a pesar de la rígida y severa dictadurapaterna, una relación entrañable, hecha del mayor afecto mutuo. Así como el hijo respetó en los años juveniles la voluntad del padre, en los años últimos del padre ocurrió lo contrario, a pesar de que elhijo había terminado por no ser comerciante, sino haberse dejado llevar por una labor idealista quemereció, en definitiva, el máximo respeto paterno. Ambos experimentaban por su parte la fuerza deuna convicción interna; los imperativos de una tarea y la abnegación y entrega precisas para llevarlaa buen término. Tales eran las medidas y normas por las que se rigió su mutua relación.Si la «Ecole Supérieur de Commerce» no consiguió imponer, en definitiva, a mi padre en lossecretos del «balance» y «la doble teneduría», aquellos años transcurridos en Suiza tampoco dejaronninguna huella en su espíritu. Su disposición y habilidad para forjarse un propio mundo interior — quele acompaña en sus dilatados años de cautiverio — tuvo entonces su primera expresión. También durante su estancia de aprendizaje en Hamburgo, prevista y preparada por su padre,obró como siempre le dictaba su conciencia: a pesar de que no le atraía en absoluto cuanto formabaparte de su actividad diaria procuró, según propias palabras ser «mejor primero que último.» Sinembargo, su verdadera atracción eran los libros: día y noche se entregaba a la lectura con verdaderapasión. Aquellos años estuvo asimismo poseído de un «fanatismo marino»; poseía abundantescatálogos y volúmenes y se había aprendido de memoria listas enteras de armadores, con lasunidades, el tonelaje, la velocidad, etc. Al lado de su interés por los aspectos técnicos se ofrecía enello un primer atisbo de preocupación política: al igual que el hijo de un alemán residente en elextranjero había asociado ya el concepto del Reich con la «bandera alemana», en los años deHamburgo se acostumbró a asociar el valor alemán en el mundo con las dimensiones de la flota.En el decisivo mes de julio de 1914, la familia Hess se encontraba en Reichcholdsgrün reunida
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Véase carta del 24.11.1954.
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Ídem.
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para pasar unas semanas de vacaciones: mi padre y su hermano habían llegado de Hamburgo y suspadres de Alejandría (donde no les fue posible regresar hasta 1919).El entusiasmo bélico de los primeros días de agosto di 1914, significó un punto final para lasrelaciones entre padre e hijo, en su carácter hasta entonces autoritario. Para el joven aprendiz decomerciante no hubo un segundo de duda: dejó que los estudios continuaran sin él y se alistóinmediatamente y contra el deseo del padre como «voluntario de guerra».El sentimiento impetuoso que agitaba la entera Alemania, la patria, que era para él patria de susantepasados y arrebatadamente querida desde el extranjero, hizo que olvidara cualquier otra cosa.Nada hubiera podido detenerle. Se dirigió a Munich, donde ingresó el 20 de agosto de 1914 comorecluta de la sección suplementaria del 7
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Regimiento de Artillería de Campaña, del que fuetraspasado el 18 de septiembre al arma de infantería (Primer Batallón de reserva del RegimientoBávaro de Infantería número 1)
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. El día 4 de noviembre de 1914 entró en campaña y fue adscritofinalmente a la primera compañía del Regimiento Bávaro de Infantería número uno, llamado «delRey». El 21 de abril de 1915 fue nombrado cabo y pocos días después, obtuvo la Cruz de Hierro desegunda clase, siendo promovido algo más tarde — el 21 de mayo de 1915— a la categoría desuboficial.Su regimiento estuvo a la sazón destacado por espacio de varios meses en el Somme; en elinvierno de 1915-16 pasó al Artois y en junio de 1916 lanzado a la batalla de Verdún. Ante el fuertede Douaumont fue herido, el 12 de junio de 1916, por un casco de granada.A mi padre le ocurrió lo que a tantos de los jóvenes alemanes de entonces, que se fueron alcampo de batalla con el himno en los labios y el ardor en el corazón. La crueldad de las mortíferasbatallas de material hizo que aquellos muchachos que apenas habían dejado atrás la adolescencia seconvirtieran de pronto en hombres maduros.Uno de los que fueron entonces sus camaradas en el Regimiento Bávaro de Infantería número 1me ha explicado: «Tu padre pertenecía a aquellos que tras un breve conocimiento y tras intercambiarlas primeras palabras era admitido como un auténtico camarada. No se apartaba un instante de sushombres y muy pronto se convirtió en uno de los más acometedores soldados. Cuando se trataba deencontrar voluntarios para patrullas de reconocimiento o grupos de asalto, aparecía con frecuenciaentre ellos. Durante los ataques era un ejemplo por su sangre fría y su escasa preocupación por sí mismo. Pero no sólo venerábamos a tu padre por su valor personal y su arrojo, sino por sus juicios ycriterios sobre los hechos y situaciones de las que éramos protagonistas.» Tras reponerse de las graves heridas sufridas en Douaumont, pasó a formar parte, el 4 dediciembre de 1916, del Regimiento de Infantería de Reserva número 18, como jefe de pelotón de laDécima Compañía. Le enviaron de nuevo en campaña, aquella vez a Rumania. Del 25 de diciembrede 1916 al 8 de enero de 1917, tomó parte en la batalla invernal de Rimnicul-Sarat y los decisivoscombates de persecución; estuvo en la batalla del Putna y en los combates de posiciones del Serethy fue herido de nuevo, aunque en esta ocasión levemente, por un fragmento de granada en el ante-brazo izquierdo, en los Cárpatos transilvanos. En las luchas en el Moldava occidental y la marcha porlas estribaciones carpáticas, cuando ponía cerco a Ungureana, un disparo de fusil le penetró en elpulmón izquierdo; en lucha con la muerte fue trasladado al hospital de campaña de Bezdivasarhely, justamente a tiempo para que pudiera salvarse. Siguió una convalecencia de varios meses; mientrasse reponía llegó —el 8 de octubre de 1917— su nombramiento como teniente.Así como había tenido suerte a raíz de su segunda grave herida —una suerte de apenas uncentímetro, puesto que de alojarse un poco más allá la bala le habría matado—, el hecho tuvoasimismo en otro sentido una repercusión feliz para él: considerado a partir de entonces no apto parasu servicio en infantería, fue trasladado, tras una solicitud largamente expresada, a los servicios devuelo.Siguió una brevísima instrucción, en la primavera y el verano de 1918 (Escuela de Aviadores
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Sobre la carrera militar de mi padre informo tan sólo de una manera fragmentaria y esquemática, según los datos que he podidoprocurarme. En una carta dirigida a Spandau le rogué respuesta sobre algunas preguntas que le hice sobre hechos y sucedidos lejanos yobtuve una contestación marcadamente afectuosa: los recuerdos de la juventud y los años adultos le conmovían tanto, según me escribió el17 de diciembre de 1966 "que la vuelta atrás de la memoria me causa daño, en el estado en que me encuentro. Me resulta tan doloroso,que evito pensar en ello y he conseguido tender un velo que evito tocar en lo posible. Os ruego que tengáis comprensión por ello si norespondo a diversas preguntas que me habéis hecho en la última carta. No se compagina bien haberse sumido en semejante tabú y luegotratar de quebrantarlo. ¡Nada de experimentos! Y añade que la palabra "sonríe", que tan a menudo aparece entre paréntesis en los párrafos de sus cartas para indicar su visión irónicade alguna cuestión, se refiere a veces a circunstancias que ni para él ni para nosotros tienen nada de agradable. (N. del A.).
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número 4) y en octubre de 1918 fue destinado a la escuadrilla número 35, y, finalmente, al servicio devuelo, tomando parte en los últimos combates aéreos de la Primera Guerra Mundial, del 1 al 10 denoviembre, sobre Valenciennes. Tras el armisticio, la escuadrilla fue pronto disuelta: se le concediópermiso para regresar a Reicholdsgrün y el 13 de diciembre, «licenciado sin destino del serviciomilitar activo», tal como decía el documento oficial.La guerra había terminado y quienes habían salido hacia el frente con las banderas desplegadas,regresaban —aquellos que sobrevivían— derrotados y endurecidos. Lo que experimentó mi padre ensu interior al enterarse de las brutales exigencias del armisticio, sólo puedo intuirlo. En una cartaescrita más tarde —en el año 1927— a una prima, expresó retrospectivamente algunos de aquellossentimientos.«Sabes que sufro por la situación a que se ha llevado a nuestra nación antes tan orgullosa. Heluchado por el honor de nuestra bandera allá donde un hombre de mi edad tenía que luchar, alládonde resultaba más duro, entre la suciedad y el barro, en el infierno de Verdún, de Artois, y alládonde tenía que ser, arrostré el peligro de la muerte en todos sus aspectos, me sacudió durante jornadas enteras el estrépito del fuego, dormí en un hoyo donde yacía el cadáver de medio francés,pasé hambre y sufrí, como los luchadores del frente sufrieron y pasaron hambre. ¿Tiene que habersido todo ello en vano? ¿Y los sufrimientos de las personas decentes, en la Patria, tienen que habersido igualmente vanos? Sé por ti misma lo que vosotras, las mujeres, hicisteis. No; de haber sidoinútil, lamentaría que el día en que fueron conocidas las duras condiciones del armisticio y suaceptación, no me hubiera atravesado un proyectil la cabeza. Si no hice los posibles porque así fuera,fue con esta única esperanza: «Puedes todavía tener tu parte en la evolución del destino.»La fe y la voluntad en «la evolución del destino» fue, a partir de aquel instante, su pensamientopredominante. En la Alemania del invierno 1918-19, sacudida por alzamientos comunistas yatormentada por «consejos de obreros y soldados», reconoció que a pesar de todos estos elementosde derrota, existían todavía posibilidades para su país y su pueblo. Su principal anhelo fue oponersecon todas las fuerzas a la visible situación de servidumbre en que había quedado Alemania: unanhelo que se trocó, paulatinamente, en irritación y concentrada ira.* * *La derrota y la subversión de Alemania afectaron también profundamente las relacionesfamiliares de mi padre. La razón social Hess y Co. de Alejandría fue expropiada, mi abuelo, desesenta años, tuvo que reconstruirla con grandes sacrificios y no pudo ofrecer así a su hijo un apoyoeconómico.Sobre aquellas semanas he encontrado en los papeles de familia indicaciones de que mi padre,en enero de 1919, telegrafió a Potsdam en solicitud de un puesto de servicio: «Ruego informaciónsobre si necesitan instructor aviador, con experiencia del frente.» La respuesta fue igualmente lapida-ria: «Todos los puestos de instructores de aviación están ocupados.» Hubo otro intercambio de cartascon Berlín: un conocido de Egipto, que ocupaba un puesto en el ministerio del Exterior, informó sobrela solicitud de mi padre sobre la creación de cuerpos francos para «Defensa de nuestra marca delEste».Fracasaron públicamente también, en febrero de 1919, sus planes militares, de tal manera que mipadre se dirigió a Munich, para inscribirse en la Universidad como estudiante.Era aquel un Munich convertido en un hervidero: entre la generación del frente se preparaba ellevantamiento contra el dominio de la ciudad por los consejos. Mi padre —que estaba obligado aganar su propio sustento— no solamente fue empleado por un antiguo camarada de guerra en lapequeña empresa «Munchner Wohnungskunst GmgH.», ejerciendo con ello una actividadremunerada, sino que entró también mediante el jefe de la empresa en contacto con un importantecírculo de correligionarios: la sociedad «Thule». Con estos camaradas formó, en los almacenes de larazón social y también en los locales de la sociedad, un verdadero arsenal que jugaría su papel enlas luchas decisivas para la liberación de Munich.Cuando el choque con el gobierno de los consejos llegó a su punto culminante, con el tronar delos cañones en el perímetro exterior de la ciudad, a cuyas inmediaciones llegaban ya las tropas delgobierno procedentes de la Alemania del norte y Wurtemberg, así como el Cuerpo Franco bávaro deEpp, fueron asesinados siete miembros de la sociedad Thule, entre ellos una mujer, la condesaWestarp. Mi padre escapó entonces por milagro de la detención y el fusilamiento e incluso llegó aconseguir, mediante un golpe de mano, un cañón que el Cuerpo Franco en retirada había tenido que
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febrecida, con una grotesca desvalorización del dinero. Entre el pueblo, brillantes fiestas al lado deuna miseria clamorosa; buena vida al lado del hambre, usura al lado de la propiedad y la honradez.Las últimas fuerzas parecen haber desaparecido.»Describía así al «hombre» capaz de dominar aquella situación:«Con sus discursos lleva a los obreros hacia el nacionalismo, destruyendo la ideologíainternacional-social del marxismo. En su lugar presenta el concepto nacional-social. Además, educa alos obreros manuales como a los llamados intelectuales: el interés general tiene que superar alinterés personal; primero la nación y luego el «yo» personal. Esta conjunción de lo nacional con losocial es el eje de nuestro tiempo, como fueron las reformas del barón Von Stein antes de las guerrasde liberación. El jefe tiene que recoger las ideologías sanas de su tiempo y transformarlas en unasideas incendiarias que vuelvan a ser efectivas entre las masas.»«Una gran pasión política es el más valioso tesoro; el corazón pusilánime de la mayoría de lasgentes ofrece escaso espacio para ello. Feliz el linaje al que una necesidad impone una nobleideología política, grande y sencilla, comprensible para todos y aprovecha todas las otras ideas de laépoca.»(Treitschke) También los pensamientos de Haushofer eran identificables en algunos párrafos:«El destino de un pueblo se determina por la política sobre la economía. Todas las reformasinternas, todas las medidas económicas serán inefectivas mientras estén en vigor los tratados deVersalles y St. Germain. El hombre guía, político-geográfico, deberá tener un concepto general delmundo. Conocer a los pueblos y sus influyentes particularidades. Según las necesidades ycircunstancias, tendrá que pisar con botas de coracero o anudar hilos con dedos cautos hasta en elquieto océano.»Su tarea más destacada será el restablecimiento de la dignidad alemana en el mundo. Saber loque es imponderable; saber que la antigua bandera bajo la cual se desangraron millones en la fe porsu pueblo, tiene que volver a ondear; saber que hay que llevar a cabo la lucha contra la mentira de laculpabilidad con todos los medios. El fuerte sentido nacional en el interior, la fe en sí mismo, fortalecea un pueblo tanto como la salvación del honor en el exterior.»El trabajo premiado terminaba como una llamada con versos de Dietrich Eckart:«Todavía no sabemos cuándo el «hombre» intervendrá para efectuar la salvación. Pero millonestienen la intuición de que aparecerá. Habrá llegado el día cantado por un poeta:Ataque, ataque, ataque.Suenan las campanas de torre en torre.Llaman a los hombres, los ancianos, los niñosLlaman a los durmientes en sus estanciasLlaman a la muchacha que desciende la escalera,Llaman a la madre que está junto a la cuna Tienen que retumbar y resonar en el aireEnfurecerse entre los truenos de la venganzaLlamar a los muertos de su sepulcro.¡Despierta, Alemania!»(Dietrich Eckart)* * *Entretanto, y para facilitar los estudios de mi padre, afectados por la desvalorización creciente deldinero, una hermana de su padre que vivía en Suiza, había decidido remitirle mensualmente cienfrancos oro. En los tiempos de la avasalladora inflación alemana, aquello permitía llevar un tren devida efectivo, aunque sin grandes lujos. Así es que pudo despedirse de la «Munchener
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Wohnungskunst GmbH», aunque no sin proporcionar al jefe amigo una experta sucesora en lapersona de su posterior esposa, mi madre. La tía de Suiza estaba muy lejos de sospechar que en elabundante tiempo libre conseguido, mi padre se dedicaría más a la política que al estudio.Sobre el principio de esta actividad, ha aparecido al efectuar la investigación de los documentosde aquel tiempo en los archivos oficiales bávaros, una carta de mi padre con fecha del 27 de mayo de1921. Fue dirigida al presidente del consejo de ministros, Von Kahr. De ello se extrajo que habíaacompañado ya a Hitler en una audiencia concedida por el presidente del Consejo; en esta cartasolicitaba mi padre la confianza de Kahr, ya que escribía lo siguiente sobre la posición política deHitler:«El punto central es que Hitler se halla convencido de que solamente es posible unrestablecimiento de la postura mundial de Alemania si se consigue atraer a la gran masa, en especiala los trabajadores, hacia lo nacional. Pero esto es solamente concebible con un socialismo razonabley honrado. Por de pronto, antiguos elementos comunistas y miembros del USP han ingresado enconsiderable número en el «Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista». Al final de un arrebatadordiscurso de Hitler pronunciado en el Circo Krone, unos dos mil comunistas cantaron, de pie, el himnoalemán. Las diferencias de clase se han superado y el obrero manual alterna en las asambleas conlos oficiales y los estudiantes. Para mí, que como alemán nacido en el extranjero, detesto todos lospartidos, este movimiento representa el «partido sobre los partidos», que está llamado a un granfuturo. Conozco muy bien personalmente al señor Hitler, puesto que casi cada día converso con él ytambién me siento muy próximo a él como persona.»Al final decía:«Para dar a mis palabras algún peso más, ruego a Su Excelencia que, en caso de desearinformes sobre mí, tenga a bien solicitárselos al general, profesor doctor Haushofer, con el que meune una estrecha amistad.»La siguiente intervención de mi padre en el acontecer político fue de naturaleza más violenta:pertenecía a la «Defensa de salas del NSDAP», antecesora de las «Secciones de Asalto». En talcondición, tomó parte en el ya famoso encuentro en la cervecería «Hofbrauhaus», de Munich, el 4 denoviembre de 1921, y fue herido, inclusive. Sobre aquel hecho escribió Hitler con posterioridad queaquella noche «había aprendido a conocer verdaderamente a Rudolf Hess».Más tarde organizó en la Universidad de Munich un «Grupo estudiantil del NSDAP», del que fue jefe hasta los acontecimientos del 8 y 9 de noviembre de 1923. Acontecimientos en los que llevó aefecto una misión especial: tuvo que custodiar, la noche del 8 de noviembre, a los ministros bávarosdetenidos en la «Bürgerbräu». Efectuó la tarea de una manera muy cortés. En un libro aparecidorecientemente, donde se hace historia de dichos acontecimientos, puede leerse;«La jefatura de la «Kampfbund» sabía exactamente porqué confió aquel pelotón a un antiguoteniente aviador procedente de una familia de la gran burguesía, que apareció casi tímidamente antesus prisioneros. A ninguno de los rehenes le ocurrió nada grave.»De todos modos, aquel episodio tuvo una consecuencia: en un proceso paralelo al gran «Procesode Hitler», fue mi padre condenado, a finales de abril de 1924, y en unión de cuarenta participantesen el «putsch» de noviembre, a pena de reclusión en la fortaleza de Landsberg.Siguieron casi tres cuartos de año de forzada holganza, que supo aprovechar de todos modos. Allado de estudios para la explicación de un curso y actividad deportiva —había montado en el jardínde la cárcel un dispositivo para efectuar saltos de altura—, sostuvo conversaciones con Hitler, que,como es sabido, se hallaba entonces atareado en la redacción del «Mein Kampf».En aquella época, mi padre escribió a máquina, al dictado de Hitler, el manuscrito del «MeinKampf». Efectuó, tras cada una de sus conversaciones privadas con Hitler un borrador privado; tansólo después fue encargado de repasar las correcciones del «Mein Kampf».* * * Tras la liberación de Landsberg, en la noche de San Silvestre de 1924, mi padre tuvo que tomaruna decisión difícil: el profesor Haushofer ofreció al recién salido de la cárcel, un puesto de ayudanteen ciencias, que mi padre aceptó primeramente. Pero cuando, a mediados de febrero de 1925, permi-
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tió el gobierno bávaro la nueva fundación del NSDAP y Hitler le ofreció el puesto de secretarioparticular, se decidió por Hitler. Fue éste un paso que Haushofer no le perdonó por entero. Aunque lageopolítica atraía mucho a mi padre, aunque veneraba y apreciaba al anciano caballero, tan lleno deciencia y sabiduría, la dinámica y el impulso del joven movimiento político, ejercían una intensa fuerzade atracción sobre él. Terminó sus estudios y se entregó de lleno a su nueva tarea. Iba con Hitler dereunión en reunión —muy pronto los recorridos se extendieron a la entera Alemania—, escribía,organizaba y planeaba conjuntamente con él.La empresa «Hess & Co.» de Alejandría —a pesar de su reconstrucción— desapareció de suexistencia; la vida de aquel hombre de treinta años estaba fundamentada y decidida de otra manera.Podía llevar a cabo los deseos tantas veces reprimidos. En los documentos familiares que todavía seconservan se encuentra una carta, fechada el 20 de noviembre de 1927, dirigida a sus padres, en laque les anuncia su boda prevista para el 20 de diciembre y se hace constar lo siguiente:«Pero os hablo de boda y viaje de bodas, sin que sepáis siquiera que vuestro hijo mayor piensacasarse. ¿O acaso no tenía que habéroslo dicho? Sin duda, habíais ya contado con que un día mecasaría con la buena camarada de tantos años, con la compañera de escaladas y práctica de esquí,con la compañera en los días buenos y malos del tiempo pasado, con le visitante de la cárcel, que meaportaba los domingos un cambio en la monotonía de la vida de cautiverio, con aquélla que eraobjeto de todos mis pensamientos y acciones, con Use Pröhl, en una palabra. Con ella entro en elpuerto del matrimonio: es ese puerto cuyos escollos conozco tras años enteros de estar juntos, comoel piloto las aguas, que recorre durante la tempestad y la calma. Por demás, no preciso haceros unalarga descripción de «ella»; la conocéis. No necesito convenceros, como un buen hijo, de que es unángel y por qué es un ángel. O para repetir la imagen utilizada por Schopenhauer en una de suscartas, aclararos, porque estoy convencido de «haber pescado la mejor anguila en un saco deculebras». Que esta anguila sea seis años menor que yo, tranquilizará sin duda a mi padre, dada suactitud ante este problema. No esperamos necesariamente —la anguila y yo— el cielo en la tierra entodo momento, pues estamos demasiado maduros para ello, pero sí cuanto pueden conseguir dospersonas que se conocen y que se aman como no se han conocido otras personas antes delmatrimonio y que están decididas a recorrer juntas el camino de la vida..., esto es, con frecuencia,más hermoso que el «cielo» en un sentido estricto. Con el cielo en el sentido corriente no tenemosque ver mucho ninguno de los dos, puesto que no tenemos ninguna relación con las confesionesactuales..., acaso por sentirnos ambos profundamente religiosos. No conocemos aquí ningúnsacerdote que coincida con nuestra concepción. Por ello hemos efectuado nuestro matrimonio paranosotros, con Dios y rechazado todas las formalidades externas...»Sus temores sobre si los padres aceptarían aquel sorprendente escrito, resultaron infundados. Elpadre envió inmediatamente sus felicitaciones; la madre escribió con una retrospectiva alusión llenade humor al alistamiento voluntario efectuado al estallar la guerra:«Cuando en el año 1914 fuiste soldado de Infantería, nos escribiste: "Alegraos conmigo; soy deInfantería." Como padres, recibimos la noticia con escasa alegría, pero pusimos buena cara a aquelgrave juego. Tu carta actual termina igualmente con las palabras: "Alegraos conmigo..." En lapresente ocasión, lo hacemos de todo corazón.»El 20 de diciembre de 1927, los dos hombres que había escogido como maestros, fueron sustestigos: Adolfo Hitler y el profesor Karl Haushofer. Una fiesta nupcial celebrada en casa del conocidoeditor de Munich, Hugo Bruckmann. entre un estrecho círculo de amistades, cerró el día queconsagró la unión de dos personas que no podían sospechar entonces los acontecimientos adversosa que se vería sometida su unión; unión que ha capeado todos los temporales y no sólo ha crecido,sino que se ha hecho más profunda. Es hoy mucho más fuerte que entonces.* * *Los años siguientes, hasta el 30 de enero de 1933, aportaron, como los transcurridosanteriormente, innumerables viajes, asambleas, encuentros violentos, esperanzas, decepciones,derrotas y victorias. Aquéllas eran las señales de una ardua lucha política, llevada con fe fuerte eindomable en la victoria de las propias convicciones, estimuladas y apoyadas por los crecientestriunfos.Es de hacer notar también que mi padre no había abjurado como «secretario» de su antiguapasión por el vuelo, sino que lo practicaba en su aspecto deportivo como pionero. Pertenecía a losprimeros «aviadores privados» de Alemania, tras haber conseguido de la editora del periódico delPartido y con finalidades de propaganda, la adquisición de un «Messerschmitt 25», en cuyo fuselaje
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. Su mayor hazaña aérea fue también la última: el vuelo solitario a Inglaterra en la nochedel 10 al 11 de mayo de 1941.* * *Las fechas de la trayectoria pública de mi padre constan en todas las obras de consulta: a laspocas semanas de que Hitler, como jefe del mayor partido alemán a la sazón, fuera llamado a lacancillería del Reich, había encargado a su «secretario» de una importante tarea, al nombrarlo, tras ladenominada crisis Strasser, presidente de una «Comisión Política Central del NSDAP», reciéncreada.Cómo mi padre valoraba su trayectoria ascendente quedó de manifiesto, ya en aquel diciembrede 1932, en la respuesta que dio a las felicitaciones por su cargo:«Hacer carrera está emparentado con el «hacer dólares» americano. «Haz dólares, hijo mío, sipuedes, honradamente..., pero de todos modos, haz dólares.»El que hace carrera está con frecuencia muy cerca del chanchullero. Está más próximamenteemparentado con el seductor que con el que verdaderamente sabe.Frecuentar compañías, atar relaciones, aprovechar estas relaciones: estos son los medios delque hace carrera. Se puede bailar carrera, cenar carrera, beber carrera, impulsar carrera hacia arriba,hacerla descender, intrigar hacia arriba y hacia abajo, casarse con carrera y hasta incluso dormircarrera...«Hacer una cosa por propia voluntad» y hacer carrera se lleva mal una cosa con otra. El quehace carrera lleva a cabo las cosas en pro de ella.Ante el que hace carrera se halla situado aquél que debe todo a su carácter ascendente. Efectúasu deber, sin pararse a considerar el resultado que tendrá sobre su carrera. También puede cuidar lasociabilidad, si así lo desea; puede bailar, amar, fumar en compañía de otros caballeros, casarse...,pero nunca con el pensamiento puesto en la carrera, sino en primer lugar en aquello que sirve.Llegar a la cumbre fresco y descansado: he aquí la ambición del que hace carrera y que trata deconseguir a todo trance puesto en el funicular. El otro, en cambio, asciende por su propio esfuerzo:«Llega más alto aquél que no sabe dónde sube.» Aquél que no escoge las etapas de la carrera comopunto de orientación, sino que sigue al impulso interno para alcanzar la verdadera creación.» Tras la toma del poder por Hitler, el 21 de abril de 1933, pasó del puesto de «Presidente de laComisión Central» al de «Lugarteniente del Führer del NSDAP», al que siguió el nombramiento hechotodavía por el presidente Hindenburg de «ministro del Reich sin cartera». La tarea de mi padrepermaneció invariable: tuvo que dirigir en representación de Hitler al Partido Nacionalsocialista,convertido en partido estatal. Con su iniciativa de paz en mayo de 1941 rebasó ampliamente su«competencia». Que tras haber llevado a efecto aquella acción aventurera, con evidente peligro de suvida y tratando de poner fin a los hechos bélicos, fuera condenado en el proceso de Nuremberg por
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La montaña más alta de Alemania. (N. del T.)
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un presunto «crimen contra la paz» —y solamente por ello— es una de las más amargas«majaderías» que marca la historia de nuestro siglo.En su declaración final ante el tribunal de Nuremberg, mi padre dijo:«No me arrepiento de nada. Si volviera a estar al principio, actuaría como lo hice. Incluso sisupiera de que al final ardería una hoguera para mi muerte en las llamas. Poco importa lo que haganlos humanos; algún día me sentaré ante el Juez Eterno; ante El me responsabilizaré y sé que medeclarará inocente.»Hoy han transcurrido más de dos décadas desde que fueron pronunciadas estas palabras; másde veinte años largos transcurridos tras gruesos muros, en la celda de una prisión.No han podido doblegarle, no han podido quebrantarle; sigue con la fe puesta en su derechorígido y correcto. Rechaza pedir gracia. Y a quienes le encadenaron, les responde: «Mi honor es paramí algo más alto que la libertad.»Volf Rudiger Hess
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CARTAS... ¿SOLO CARTAS?
Spandau, 27-II-1955
Me es tan antipático como a ti el pensamiento en un absoluto determinismo, en la negación detodo libre albedrío
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. Sería muy indigno ser tan sólo un ciego instrumento, a quien únicamenteestaría permitido formarme a sí mismo, obrar y actuar, pero condicionado siempre a una línea trazadade antemano. Creo de todos modos en la influencia de poderes misteriosos —quizás un poco menorque la que el padre que educa quiere tener respecto a su hijo— (sonríe) pero creo con idénticaconvicción de que a pesar de ellos —o mejor aún, en actuación conjunta con los mismos— lavoluntad humana se transforma en acción. Por lo que esta misma acción queda así influenciada porlos propios poderes desconocidos, ya que las personas sensibles determinan siempre, de cualquiermanera, lo que tienen que hacer y lo que no.Los filósofos griegos decían con frecuencia a ello: «El sabio se deja llevar por entero.»Schopenhauer recuerda, debatiendo el fenómeno, cómo muchos que en sus principios no queríanaceptarlo, llegaban al convencimiento, tras comprobar que surgían nuevos obstáculos: «Veo que nopuede ser.» Y Goethe decía: «Un demonio habla en nuestro pecho, muy quedo, con una granconvicción, para decirnos lo que hay que comprender y aquello de lo que debe huirse.» Sitúas conrazón a «Prometeo» y «Fausto» como ejemplos, y yo contesto... «para oponerse con terquedad atodas las fuerzas, para no doblegarse, para mostrar fortaleza, llamad a los brazos de los dioses.»En este sentido, le agradezco a Wolf Rudiger la referencia. Sin este sentido, ¿encuentras algunoen ti mismo..?* * *
Al hijo 11. III. 1956
Por tu carta recibida el 29-11, compruebo que entre vosotros, allá arriba
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es regla la respuesta alos ultrajes con el puño. Y tú opinas que entre nosotros, en Godesberg no debió ocurrir otra cosa. Porcuanto recuerdo, no era norma pegarse, por lo menos en las clases superiores, en la segunda. Puesdespués de eso, viene a ser obligado el duelo. Es un proceso natural, pero que devuelve a tiempos yformas de cuya superación nos sentíamos orgullosos. Por lo menos, en los tiempos anteriores a laúltima guerra ocurría así. ¿Ha habido entretanto tal cambio en la juventud que ya no se opina de talmanera? Considero posible que en vuestras montañas, habéis alejado algo la cultura, habéis forjadocostumbres algo más rudas que el restante promedio. Considero por lo menos justificado que la clasesuperior se preocupe de alterar un tanto las costumbres sociales corrientes entre los adultos de supropia formación... los adultos, entre los que os contaréis en cuanto hayáis abandonado la escuela. Ya entre los estudiantes de grados superiores está considerada como inconveniente la «camorra».Más aún: prodigarse insultos inconvenientes. Sería bueno que os entrara eso bien en la cabeza,antes de ingresar en una escuela superior o alternar con gentes adultas y responsables; que osentrara en la cabeza a vosotros, salidos de vuestro mundo selvático (sonríe). Consideraría adecuadoque formarais un tribunal de honor escolar, en el que se sancionara con adecuados castigos elcomportamiento bajo e indecoroso; quien quebrantara las adecuadas normas, quien afectara laconvivencia lógica y normal en una comunidad —pues no es otra cosa cuando ocurren cosas comolas que explicas— se vería excluido y rechazado por esa misma comunidad. ¿O crees que entrevosotros no podría darse el suficiente sentimiento cívico para hacer posible lo que en otros lugares
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En la carta anterior le había escrito: Trato de impedirme a mí mismo creer en un determinismo; el pensamiento me es antipático... aunque lo considere posible. Pero laspalabras escritas por ti sobre la felicidad que a la larga sólo alcanza el razonable y sensato, el valeroso al que Dios ayuda, escapan a miconcepción de la vida. He creído durante un espacio que serías lo suficientemente fuerte para no inclinarte a la convicción de que todas lasacciones humanas son inútiles, de que esa fuerza desconocida que está presente tanto en los átomos como en los planetas y traza lasleyes eternas e inmutables, sólo presencia sonriente todos estos esfuerzos y puede borrar con un enorme gesto todo aquello por lo que nosesforzamos durante décadas, tal como el hombre puede destruir un hormiguero.Goethe, al que con tanta frecuencia citas, habló en una ocasión de "las grandes, eternas y férreas leyes", pero también cantó aPrometeo y en ultima instancia y en igual sentido a "Fausto", el hombre que obra según su voluntad. Quizás todavía está por llegarme la"sabiduría de los mayores", pero en algún lugar de mi ser reside indomable esa entera voluntad de acción o ese motor de la acción volun-taria.
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Wolf Rudiger Hess se encontraba a la sazón en un internado en el Scharitzkehl, de Berchstesgaden. (N. del E.)
17esulta por completo normal?Hay que tener en cuenta que entre vosotros debe haber algunos que posean más fortaleza quelos otros, cuya poderosa constitución física se lo permita todo. Los más jóvenes y por ende, los queson también más débiles, están sin duda indefensos a merced de los fuertes. Estos deben tenercomo lema «El poder antecede a la justicia.» Un lema lamentable para una institución educativa. ¿Nocrees tú?¿De parte de quién estaba la justicia, de acuerdo con tus pensamientos, cuando en tus años más jóvenes fuiste así tratado por un mayor? ¿Se consideran al menos obligados los más caballeros entrelos que frecuentan en las clases superiores a defender cuando se hace necesario a los más pe-queños y débiles?* * *
Al hijo 19-V-1956
Me alegra que hayas leído un documentado libro
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sobre el continente que es el momentáneoobjetivo de tus deseos. Con seguridad es bueno, pues conozco al autor y sé que hace bien las cosas.Considero que los estudiantes que regresen de Europa encontrarán difícil volver a la vieja rutina ytratarán de poner en movimiento a los que no han salido todavía de ella. Según antiguasexperiencias, los así afectados no serán más felices, sino todo lo contrario. Tampoco serán mejores,sino también todo lo contrario. ¿Por qué les dejan chupetear las más altas civilizaciones? No es decreer que salga de ello más que una aproximación superficial a estas, pues carecen por sí mismos decualidades creadoras; han permanecido durante mucho tiempo en una idéntica escala culturalprimitiva y están siendo arrancados de ésta por la fuerza; apenas termine tal proceso, recaerán denuevo en lo anterior. Si esos propios «creadores de cultura» consideraran necesario cuantiosasinversiones como las que comenzaron a efectuarse en el Sudán —y tal es el caso, dado el siniestro ypotenciado aumento de la población mundial— tendrían que dejar que fueran proyectadas por losingenieros blancos y dejarles dirigir su ejecución. Otro caso es el de los pueblos que desarrollaron supropia alta cultura, como los indios y los asiáticos del Este, cuya expresión cultural llegó a situarse enparte por encima de la nuestra; si estas culturas reciben el específico suministro occidental de latécnica y utilizan este don con sensatez (con mayor sensatez que nosotros) puede ello servirles paraconseguir una mayor prosperidad y riqueza, puede significar los fundamentos para una mayorelevación de su nivel vital. En la segunda mitad del siglo pasado, los japoneses dieron el paso casisúbito desde su Edad Media a la nueva época occidental, cuyo progreso añadieron a su milenaria yalta cultura. ¿Hasta qué extremo han conseguido dominar los peligros para los profundos valores quea ello iba unido? Sobre esto no quiero extenderme, pues carezco de una visión de conjuntosuficientemente amplia.Son éstos algunos pensamientos que me han provocado tus observaciones sobre el libro leído.Acude allá, mira y escucha por ti mismo y es posible que tus pensamientos varíen.Conocer un país por entero diferente o, mejor aún, varios países de tal índole, no sólo resultainteresante por lo que allá puede verse o experimentarse, sino respecto a las comparaciones que sehacen con la patria. En algunas referencias se obtienen proporciones que sobrepasan las impresio-nes primeras que se poseían y que adquieren de pronto otras dimensiones. Al regreso puede ocurririgual, aunque a la inversa: las dimensiones guardadas desde siempre se transforman de acuerdo conotra óptica. Por ello es conveniente el estudio de las estadísticas o por lo menos, llevarse estadísticasal viaje. Tío Karli
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recomendaba a sus estudiantes que eligieran un país extranjero al que siguieranespecialmente vinculados durante toda la vida. Escogió para sí el Japón, una elección que nosolamente justificó con su larga presencia allá y que le permitió comprobar las cosas con sus propiosojos, sino profundizar en el ser mismo del país y sus gentes. Quizás recuerdes todavía su estilo.Comprenderás lo que quiero decirte si imaginas una acuarela pintada sobre seda y al hacerlo, no tedetienes en considerar su superficie y lo que puede haber en ello grato a tus sentidos, sino que tratasde considerar la obra como producto de una específica esencia. Tan sólo en contadas veces se tiene la fortuna de encontrar un país con el que se establece unainmediata afinidad. Desde que conozco a los finlandeses (y sólo los conozco a través de los libros)me parecen muy próximos a mí mismo y conste que he efectuado tal descubrimiento muy re-
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"África del mañana. La vuelta del mondo-mogo" de Giselher Wirsing.
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Se trata del profesor Kart Haushofer (1869-1946).
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cientemente. Con anterioridad había elegido a Egipto, simplemente porque tenía de allá las máximasreferencias, porque había crecido en el país y la fuerza vital de la juventud había contribuido a quedejara en mí, como segunda patria, las máximas huellas; la naturaleza, el paisaje, que obra sobre lavista y en última instancia, también sobre los oídos: una noche de luna llena con el lento oleaje delmar; el monótono canto de los beduinos, el eterno ladrido lejano de los perros que se escuchasiempre en Oriente. Conocía también —aunque no mucho— el idioma del país e igualmente laescritura, hermosa y ornamental. Pero el que tuviera a Egipto en mi interior no significaba que lohubiera dominado por entero, como tío Karli dominaba el Japón; para llevar a efecto algo semejante,mi vida había sido demasiado inquieta y esporádicos en exceso mis estudios, frecuentementeinterrumpidos. Así es que al transmitirte el consejo de mi viejo amigo, mi mayor deseo es que tuexistencia, en su futuro desarrollo, tenga una trayectoria continua y que tus estudios puedan serconstantes y sostenidos.* *
*
Al hijo 3-6-1956.
Quisiera saber cuáles son tus lecturas. ¿Cuáles están dictadas por el profesor de historia de laliteratura y qué otras son de tu propia elección? Desearía que estas últimas, sobre todo, fuerancorrectas en su estilo, aunque a primera vista vaya tu interés más al fondo que a la forma. Pero se dael caso de que un buen estilo se reflejará en el propio, ocurriendo otro tanto con el que seadesordenado o defectuoso. Al menos, a mí me ocurre así: lo que leo se refleja inmediatamente, demanera positiva o negativa, en lo que escribo. Por otra parte, un buen estilo contribuye a enriquecerasimismo el caudal de los vocablos, tal como puede comprobarse en nuestro poeta que másabundantemente creó palabras, como fue Goethe.Es algo apasionante volver a dotar a nuestro idioma alemán de toda su riqueza en los medios deexpresión, en dar a un gran número de vocablos sus más finos matices... una ventaja que dificulta,por cierto, su traducción a un idioma extranjero con todo el sentido preciso. Ten en cuenta, tan sólo, lo siguiente: el inglés abarca unas 110.000 palabras; el francés, unas120.000 (puede que sea al revés) y en cambio, según la valoración del vocabulario de los Grimm,cuando esté terminado (creo que falta el último tomo)
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elevará el número de palabras en nuestroidioma al medio millón. En parte, se explica por la existencia de tantas palabras compuestas, pero unbuen número de ellas no adquieren su verdadero significado con la descomposición en los vocablosoriginales; precisamente aquí se revelan con frecuencia las más sutiles divergencias A veces nossentimos satisfechos, tras haber luchado por ello, al escribir exactamente lo que tenemos en nuestramente, aunque en ocasiones tan sólo lleguemos a intuirlo.El idioma francés sería por su parte bastante más rico si los profesorales miembros de laAcademia Francesa no hubieran tenido la inaudita idea —no sé cuándo— de «limpiarlo». Así es quese dieron buen cuidado en eliminar todo aquello que no consideraban como un francés «clásico»; esdecir, una especie de diccionario Grimm en el que se hubieran eliminado lo que había surgido ycrecido lingüísticamente en el pueblo llano, con lo que se arrebataba al léxico buena parte de lo vivo ypopular. ¡Pobres escritores que se plegaron a las normas decretadas por los sabios e infaliblesvarones de París! La lectura continuada del expurgado lenguaje —que además, se enseñaba en lasescuelas— tuvo como consecuencia su empobrecimiento. Tenemos que sentirnos satisfechos de que Lutero obrara a la inversa: al traducir la Biblia y sentarcon ello los fundamentos del actual idioma alemán, buscó al pueblo, a los campesinos, a loshabitantes en pequeñas ciudades para «mirarles el morro»; aprovechó imágenes, neologismos y ada-gios, que de esta manera ingresaron, salvados, en el lenguaje alto alemán escrito. ¡Si por lo menosexistiera la preocupación de seguir cuidando el idioma y preservarle de las mutaciones que para sudesventura experimenta! Puesto que tal transformación es para su desgracia: sólo basta comprobarlo que ha sido del alemán luterano o incluso del alto-alemán medio de los siglos anteriores. Que sehayan añadido muchas palabras, es de alabar naturalmente. Pero no es de elogiar que haya perdidosu fuerza, que haya empalidecido, que haya abandonado inflexiones, que haya cambiado verbosfuertes en débiles y que se coloque el dativo allá donde hasta no hace mucho tiempo se utilizaba elgenitivo. También el abandono del final «ens». Es lamentable el final en genitivo en «s» de los
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El Diccionario Alemán iniciado en 1838 por los Hermanos Grimm finalizó en el año 1961 con la publicación de su último tomo
19nombres propios. Por ejemplo, «Wolf Hess'Arbeit» en vez de «Hessens Arbeit»
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¡Y cómo ha sufridoel sonido! Los tonos en «e» han aparecido en vez de otras vocales y los cantantes tienen queesforzarse en transformarlos en «6». ¡Cuánto más hermoso y qué mejor sonido tiene «teodisk» que el«deutsch» que hemos hecho de ello y que termina con la horrenda «tsch»! Compara una versiónactual del poema de los Nibelungos con un texto en el altoaleman de la Edad Media del siglo XII o lospoemas de Walther von der Vogelweide del siglo XIII. Quizás tengas en la memoria el sonoroprincipio del gran poema épico alemán.Haz que tía Kate, tan ilustrada en germanística, te facilite el librito con su transcripción de laspoesías medievales de Heinrich von Mohrungen
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; allá consta el temple original del altoaleman;compara el tono. La transcripción está efectuada de una manera perfecta, pero la belleza del tono nose deja transcribir. Tengo un libro en mi poder: «Recorridos occidentales» de Wilhem Hausenstein. No puedo decirnada del texto; veo que se trata de recorridos por diferentes regiones y paisajes alemanes, pintadospor diversos artistas. Me detengo en el capítulo correspondiente a «Wies». ¿Has efectuado algunavez la travesía de Steingaden? Por esta época deben estar maduras las fresas en la montañainmediata, que antes nos ofrecía toda su abundancia.Aparece el lago de Constanza en un gran trecho, con una vista de Meersburg y detrás, lago ymontañas en una típica composición del lugar.¡Qué entrañable puede resultar en determinados momentos todo ello!* * *
De Ilse Hess a R.H. - Gailenberg, 12.6.1956
Algunas veces pienso por la noche —a pesar de que ahora duermo mucho mejor— que alvolante de un «Mercedes» se sienta nuestro señor hijo, a su lado un caballero de más edad y detrásestoy yo; nos vamos, según decimos, a Grecia. Por mi gusto iríamos también a Italia, peroúltimamente me he especializado en sueños sobre Grecia, acaso desde que vi un cuadroespecialmente bello sobre Cabo Sunion y las ruinas del templo que hay allá. Además, el amigoAlwin
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, que estuvo en aquel lugar durante la guerra con su jefe
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me contó en una ocasión que a su juicio es uno de los más hermosos parajes de esta esfera terrestre. Situado ante el mar de la Hélade,uno adquiere el convencimiento de que los helenos de aquellos tiempos tuvieron que ser felices. Sufelicidad estribaba, sin duda, en la constante contemplación de la belleza. ¿Pero puede acaso serfeliz un ser humano sólo con ello? ¡Bah! ¡Quizás no resulte todo ello más que el ensueño de unaatareada hospedera de montaña! También Suecia sigue atrayéndome cuando veo fotografías de sus paisajes y no puedo perdonarpor entero a mi suerte, haber tenido un marido tan correcto y ahorrativo que entonces, cuando PapáBaur
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estaba dispuesto a volar hacia el sol de medianoche, preguntó con desconfianza sobre elnúmero de kilómetros y luego reconvino a su esposa y Papá Baur por una idea tan alocada yextravagante. ¡Ay! ¿Lamentaría hoy alguien que entonces hubiéramos volado rápidamente desdeEstocolmo?Es curioso que esa fiebre por los viajes haya surgido en mí desde 1943, es decir, desde que meresulta prácticamente imposible satisfacerla. Sé que los sueños no pueden convertirse en realidad,pero es precisamente en sueños como viajo a los puntos más distantes de la Tierra. De haber surgidoeste imperativo con anterioridad, acaso me habrías facilitado la manera de satisfacerlo. Losrecorridos desde Munich a Hindelang no pueden inscribirse, ciertamente, como viajes a través delmundo (sonríe).* * *
Spandau, 24.6.1956.
Esos sueños de viajes son hermosos; más hermosos serían si pudieran hacerse realizables.
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